Escrito en 1465, este tratado enriquece el conocimiento de unas décadas hasta hoy poco tratadas por la falta de fuentes, demostrando cómo en Salamanca, a mediados del siglo XV, se vivía un rico ambiente intelectual a propósito de los temas musicales, tanto teóricos como prácticos, digno de la secular tradición propia del Estudio salmantino.