PODER Y SOCIEDAD MORISCA EN EL ALTO VALLE DEL ALHAMA (1570-1614)

PODER Y SOCIEDAD MORISCA EN EL ALTO VALLE DEL ALHAMA (1570-1614)

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Editorial:
INSTITUTO DE ESTUDIOS RIOJANOS
Materia
Historia de España
ISBN:
978-84-96637-74-0
Páginas:
324
Encuadernación:
Rústica
Dimensiones:
170x240 mm
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Sin apenas tiempo para reponerse de esta sangría, el 22 de septiembre de 1609, el marqués de Caracena, virrey de Valencia, disponía por mandato de Felipe III la salida de todos los moriscos de este reino, preludio de la expulsión de sus correligionarios en el resto de España. A finales de la primavera de 1611, los moriscos del valle del Alhama, en contra del criterio de las autoridades señoriales y locales, partidarias de su permanencia, se vieron obligados a iniciar un éxodo que para finales de año estaba consumado. No obstante, hubo por parte de estos neocristianos tenaz resistencia a abandonar sus hogares y reiterados intentos de retorno.

Algunas familias principales -particularmente de Cervera- estuvieron pleiteando durante casi dos años ante el Consejo Real y la Chancillería alegando una supuesta limpieza de sangre. Afortunadamente, los ancianos e impedidos fueron eximidos del destierro, al igual que algunas jóvenes moriscas, que, en el último momento, lograron evitar el exilio mediante la celebración de matrimonios con cristianos viejos convecinos. También el clero local intentó, con escaso éxito, favorecer a algunos feligreses con certificaciones de buenos cristianos. Todo fue en vano y, en líneas generales, la expulsión se consumó inexorablemente. Únicamente en Inestrillas, localidad de menor entidad, merced al apoyo del vecindario, transcurrido un tiempo, regresaron algunos conversos.

De cualquier manera, la desaparición de un centenar aproximado de familias moriscas en la zona, contribuyó notablemente a su decadencia socioeconómica. Para colmo de males, gran parte del patrimonio inmobiliario morisco fue incautado y sometido a una gigantesca almoneda por la Real Hacienda y, como suele suceder en similares circunstancias, los grandes beneficiarios fueron terratenientes, censualistas, comerciantes y clérigos adinerados comarcanos y de la vecina tierra de Ágreda.

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