En la jerga de los profesionales del metal, se denomina “hierro dulceö: aquel que se obtiene de una buena colada, un acero revenido y dúctil y maleable que se deja trabajar fácilmente. Por él contrario, se suele llamar “hierro agrioö al reverso de la moneda, un material duro y áspero producto de una colada deficiente. O al mismo hierro dulce, que posteriormente, ha sido sometido a una presión excesiva mediante un golpe de prensa o por cualquier otro procedimiento de templado a baja temperatura, con lo cual, queda incrementado el índice de Martensita, que le presta la dureza de un diamante, y a la vez, la fragilidad quebradiza de la cerámica o el cristal. El día y la noche, el palo y la zanahoria. Unos conceptos que el autor utiliza como símil aplicado a la metáfora de unos años del pasado cuajados de penas y alegrías, de hiel y de miel, grabados en sus vivos recuerdos.