Venezuela afirma Carlos Blanco "no es el país rico, bendecido por Dios, heredero de Bolívar, con un pueblo virtuoso y merecedor de destinos que la Providencia le reserva. Venezuela es, en realidad, un país de mediana significación internacional, dotado de recursos naturales cuya renta ha despilfarrado, con clases sociales opulentas y pobres que en gran medida son copartícipes de la ilusión de la riqueza súbita. La revolución chavista fue la oferta que encandiló a un país que, sin esfuerzo propio, iba a brotar próspero, libre, igualitario, de la gesta del redentor a caballo. No se logró el propósito, las esperanzas se desvanecieron. La desilusión volvió a habitar el país que se enamoró de sus fantasías. Nada pudo suplir lo que otros pueblos ya descubrieron: que las grandes ideas se labran todos los días, que la solución de los males no reside en el gobierno, sino en la calle, entre la gente, en las manos y voluntades de los ciudadanos, que no hay atajos para la felicidad, aunque sí para la desgracia".