En Rusticidaes Manchegas destaca con luz propia el conjunto de poesías dedicadas a tratar asuntos rurales mayormente, para lo que el autor se sirve con solvencia del habla pedroñera que, en gran medida viene a ser la manchega y conquense de aquellos años del primer tercio del siglo XX. Una poesía rústica, pero muy cuidada, también en cuanto a la reproducción fidedigna de esa habla por lo que se refiere a la fonética del léxico y de los fenómenos fonosintácticos que de su conjunción gramatical se derivan en el discurso. Un poesía, además, que sitia y ataca el corazón de los que han vivido y padecido la vida del campo.