Con elementos esenciales –el agua, la arena, la luz, la palabra, el alacrán– se construye el amor. El desierto, sin embargo, no es clemente. Más allá de la vida, del duelo y de la noche oscura del alma, se extiende el poema que conjura la muerte y construye la memoria. El cuerpo, privado de aquel ser con el que se fraguó en el amor y en el deseo, restituye ante la pérdida su relación con la carne y con la nada; eremita de sí, se expulsa de lo vivo para aceptar, finalmente, la paz sencilla del poema. El ritmo justo, la palabra clara y el concepto hondo en el que resuena el venero de tradiciones poéticas plurales entre la mística, el romancero y la literatura andalusí, definen la poesía de Juan José Ceba, que Sara Torres lee y trae al ahora a través de Ser en luz.