Decía un viejo trovero cubano que cuando alguien sale de casa mundo adelante, al ser el mundo redondo, siempre acaba legando al mismo sitio: al pueblo de donde salió. Con palabra precisa y mirada atenta a la realidad que fue, José Junquera va desgranando pequeñas grandes historias del pasado, poblado de personajes singulares e irrepetibles; de vidas duras, pero también felices, cuando dignas, cuando estrafalarias o hilarantes. La memoria, sabemos, es selectiva y deformante; la palabra escrita, la obra literaria, no ha de ser estrictamente veraz, basta con que sea verosímil: Siempre a casa es el fruto perfecto que nace de la unión de dos elementos tan humanos: memoria y palabra escrita.