Viajar en un taxi que lleva una buena historia es como desnudar la ciudad en movimiento. Sólo hay que dar con el taxista dispuesto a confesar esos secretos que ha visto, oído y callado al otro lado del retrovisor, cuando la vida cree que nadie la ve. Pase página, cuando el taxímetro se ponga en marcha, empieza el cara a cara a través del espejo. Puede que reconozca a algún taxista. Puede incluso que la historia que cuenten sea la suya. Levante la mano y pare el siguiente. ¡Siga a ese taxi...! Que lleva una historia.