Córdoba, año 851. El emir Abderramán II ordena la decapitación de Perfecto, un sacerdote mozárabe. ¿Su delito? Haber injuriado al profeta Mahoma. Indignados y alentados por su ejemplo, docenas de cristianos buscarán días después el martirio de una extravagante manera: insultando al Profeta en las plazas públicas o incluso en la Gran Mezquita. Las ejecuciones se suceden. Las autoridades musulmanas no saben cómo parar esta locura. Algunos acusan a Eulogio y Álvaro de Córdoba de instigar estos martirios. Entretanto, Afra, hija de un alto dignatario musulmán, siente curiosidad por saber qué mueve a estos fanáticos, y entabla una entrañable relación con Flora, una mozárabe que le habla de un paraíso en que las mujeres no perpetúan la condición que el Corán les atribuye como esclavas sexuales del varón. A todo esto se une el hallazgo en una cripta de Córdoba de una reliquia de Cristo que se disputan cristianos y musulmanes, pues se le atribuyen fabulosos poderes. El ocaso de la cultura mozárabe, el imparable ascenso del poder Omeya y las difíciles relaciones entre cristianos, musulmanes y judíos (tan distantes de los manidos tópicos actuales sobre la pacífica convivencia entre las tres culturas) conforman la trama de una fascinante novela que plantea el siempre polémico asunto de unos cordobeses a los que la Iglesia ha coronado como mártires y la Historia ha tachado de suicidas.
