Acabar bien nos ayudará a empezar de nuevo y a hacerlo sin resentimientos acumulados, sin enfrentamientos y litigios continuos. Es la única forma que permitirá que los hijos (si los hay) sufran el mínimo por la separación de los padres y puedan seguir contando con ambos como tales. Y que a su vez, los adultos puedan superar la separación sin menoscabo para su autoestima, sin sentimientos de culpa ni de rechazo, sin temores hacia el futuro.