Estas Memorias de Ángel Belza son un testimonio casi oral, escrito sin un ápice de resentimiento, mirando cara a cara a su propio destino, sin concesiones literarias, un relato desnudo: “Fue así, no invento nada”. Estas cuatrocientas páginas son una autobiografía; pero, en sentido literal, son un documento tan objetivo como una cartilla de racionamiento o las cartas escritas por los niños desde Moscú, que nunca llegaron a las familias, secuestradas por el franquismo.