Se trata de una interesante obra, que tanto por el tema y el contenido, como por la calidad de su presentación, esperamos apasione al lector, que ya quedó quizá gratamente impresionado con nuestras anteriores publicaciónes sobre Venecia y El Cairo. Constantinopla, la única ciudad situada sobre dos continentes, ha sido siempre, tanto punto de encuentro como campo de batalla. Philip Mansel narra, de forma magistral, la historia de esta ciudad y el papel que desempeñó mientras fue la capital de los sultanes otomanos, gobernando un imperio que, en su época de máximo esplendor, se extendió desde Marruecos a Rusia y desde el Danubio hasta el Golfo Pérsico. La historia comienza en 1453 con la entrada triunfal del sultán Mehmet II en la ciudad, a lomos de un caballo blanco, y finaliza en 1924 con la apresurada salida del depuesto, y último sultán otomano, Abdulmecid, en el Oriente Express. Para analizar los quinientos años trascurridos entre estos dos sucesos, el autor se sumerge bajo la superficie de la bulliciosa y cosmopolita ciudad, narrando las vicisitudes de la que una vez fue capital imperial, ciudad santa e importante puerto comercial. Mansel muestra la vida cultural e intelectual, los placeres y el laboratorio de modernización en que se convirtió la ciudad a comienzos del siglo XX. Una obra maestra impecablemente investigada y exquisitamente escrita. El libro está lleno de brillante información, anécdotas y análisis sobre la historia de una de las ciudades más admiradas y enigmáticas del mundo. Un trabajo para el lector en general que ha merecido la admiración de los especialistas en historia Otomana. Constantinopla es la historia de una ciudad y una familia. Está escrita basándose en la hipótesis de que las dinastías monárquicas han sido tan decisivas a la hora de moldear ciudades como la nacionalidad, el clima y la geografía. Es la historia de la que fue, durante mucho tiempo, la mayor ciudad dinástica del mundo. La interacción de la monarquía otomana y la propia ciudad produjo una capital única, capital de la que Mansel realiza aquí un retratoauténtico maestro.
