CUENTOS DEL TOUR

Algún día tenía que estar yo sobre estas carreteras. Y qué mejor que hacerlo conduciendo un coche, yendo por delante de ellos, llegando a una sala de prensa que se montaba en cualquier paraje para escribir, para contar lo que años más tarde esos personajes irreales ya tintados en color, sobre televisores más nítidos, más grandes, con más cámaras, harían sobre las mismas carreteras, con bicicletas más ligeras, con asfalto menos rugoso, pero con la misma pasión. Porque el Tour es el Tour, entonces y ahora, con la ilusión de un niño al que se le enrojecían los ojos con la caída de Ocaña, o ya de mayor, con la del periodista que disfrutaba con Perico o que debutaba para ver a Miguel Induráin llegar a París, de amarillo, en su primer año victorioso, con la del mismo informador que dos décadas más tarde se enteró de que durante siete años hizo el viaje a ninguna parte tras los pedales de Lance Armstrong. Pero siempre igual, por fortuna, por muchos años, por muchos Tours, por muchos julios, por muchos veranos, por muchas ilusiones, por muchos Tourmalets, Galibiers, Alpes d'Huez, Ventoux, Campos Elíseos, el Tour era, es y será un cuento, un cuento cargado de cuentos, de muchos cuentos ... Los cuentos del Tour.