Vivimos una época de ausencia de Dios. Ausencia, que no inexistencia. Una ausencia provocada especialmente por la idolatría de quienes creen en un dios falso o creen falsamente en Dios. Y redescubrir esa existencia de Dios en multitud de asuntos candentes en nuestro día a día, es un hecho absolutamente transformador en cualquier ser humano. Especialmente en cualquier cristiano. Ahí empieza su tarea.