Gauguin es una figura atípica dentro del mundo de la cultura europea. No es un detalle que haya sido el nieto de la gran feminista Flora Tristán, una literata socialista-anarquista, de quien Proudhon alabará el genio y que había apoyado la formación de sindicatos obreros con su pluma y su fortuna. Gauguin, nacido en 1848, pasó varios años de su primera infancia en Perú, junto a su tío Don Pío Tristán, el último virrey del Alto Perú, aquel general a quien Belgrano venciera en el norte argentino durante las Guerras de Independencia. De modo que Paul Gauguin pasó su infancia en Lima la horrible y cuenta en sus diarios, con detalle, esos días que lo marcaron profundamente. “Un cuadro me sedujo… cuidado con los cuadrosö Aquel niño que crecía en la poderosa corte virreinal, rodeado de retratos ecuestres como de cerámicas incaicas, terracotas, tejidos y momias pronto empezó el juego de debastar madera, hábito que en la madurez se concretó en extraordinarias esculturas. Amigo de Van Gogh, Pisarro y de Strindberg, abierto a una búsqueda incansable, su viaje a Tahití, y luego a las islas Marquesas, donde muere en 1903, cumple el ciclo del artista arrojado, sensual y audaz, viendo el mundo siempre como si fuera el primero en descubrirlo.