Lo primero que llama nuestra atención al acercarnos al arte en el antiguo Egipto es el dominio de un mismo lenguaje, un lenguaje expresado en una cohesionada diversidad de objetos, un lenguaje homogéneo, representativo, normalizado y con vocación de pervivencia que es el elemento que mejor lo define y que lo hace claramente reconocible frente a otras manifestaciones artísticas. Portador de unos valores ideológicos y culturales, el arte fue el medio a través del cual la estructurada sociedad egipcia, el centralizado y férreo Estado, el divinizado faraón, los diferentes dioses y, de forma muy especial, las creencias en el más allá tomaron forma e imagen.
Todo ello se manifiesta en estas páginas a través de un profundo, completo y riguroso estudio de la civilización y la cultura egipcia en el que se ha tratado con igual cuidado, dedicación y profundidad tanto el complejo y codificado universo del faraón y de los dioses, como el mundo del hombre común expresado a través de sí mismo y de las escenas de su vida cotidiana, sin recurrir a imágenes alejadas de la realidad. Mostrando una eternidad enraizada con la vida terrena, intensamente humana, surge una visión profundamente optimista de la existencia y una esperanzada reflexión sobre el individuo.