Partiendo de las múltiples implicaciones que posee la noción de cultura, el autor nos invita a estudiar de cerca los retos que la común sensibilidad actual plantea a la transmisión y la práctica de la fe. Su atención se dirige especialmente a explorar las zonas más profundas del corazón del hombre, allí donde se juega realmente la posibilidad de una decisión a favor o en contra del Evangelio.