En el primer tercio del siglo XX empezó a correr un tiempo nuevo para el conocimiento y el reconocimiento del flamenco. De las fiestas de los señoritos andaluces, las ventas, los cafés cantantes y los prostíbulos, el cante jondo dio el salto a la historia de la literatura en español. De ser una manifestación marginal que no contaba con la mejor consideración de literatos, intelectuales y artistas, y en la que muchos de sus intérpretes y creadores eran gitanos, pasó a ser una de las más influyentes y genuinas formas de expresión musical. A ello contribuyeron músicos como Falla y escritores como Lorca, Alberti, Villalón, Neville, Hernández, etc.; pero también artistas como Torre, Chacón, la Niña de los Peines, Caracol, la Argentinita o Sánchez Mejías.