EL MONASTERIO DE SAN JUAN DE LOS REYES DE TOLEDO

Pocos edificios han resultado tan atractivos y tan cargados de historia como el monasterio franciscano de San Juan de los Reyes. Creación de los Reyes Católicos para conmemorar una victoria militar, panteón real no consolidado, sede de una orden religiosa de fuerte implantación en la ciudad del Tajo, vivió durante siglos un esplendor intelectual y una intensa espiritualidad merecedoras de un reconocimiento generalizado. Su fábrica de estilo gótico isabelino, el estado de ruina y abandono en que durante décadas se vio afectado, en particular como consecuencia del incendio de 1808 y de las secuelas del proceso desamortizador decretado por Mendizábal en 1836, convirtieron el Monasterio en un “santuarioö para los románticos, ávidos de decadencia, de ambientaciones medievales, de evocaciones nostálgicas del pasado, y para los viajeros decimonónicos que lo transmutaron en objeto de alabanzas, no exentas de algunas críticas a las autoridades que consentían tal estado, y visita obligada de cuentos se desplazaban a Toledo en una época en la que el turismo no estaba ni en fase embrionaria.