Los ventrílocuos no se atreven a hablar directamente. Se esconden tras un muñeco que actúa y gesticula movido por sus manos.
A través de esta imagen el autor presenta una sociedad occidental poseída por ventrílocuos, por poderosos lobbies judíos que hablan, organizan órdenes mundiales y controlan desde dentro a las masas y a las élites de esa sociedad.
Al mismo tiempo, el autor propone un patrón interpretativo con el que acercarse al estudio de la historia.