Martín Aranda (pseudónimo del poeta gaditano José Luis López Jiménez), tiene un dominio de verso castellano y de la métrica española clásica digno de subrayarse. La gente ha ido perdiendo el oído con el “todo valeö de la posvanguardia y ha olvidado que tradición y modernidad no tienen porqué ser términos contradictorios. Martín Aranda es además pintor, y enriquece su patio de palabras con unos amables dibujos que contribuyen a fijar las imágenes plásticas que emanan de sus propios poemas. En este nuevo libro no hay tanta presencia del soneto y la décima como en el anterior, pero no se descuida en ningún momento la música del verso, que ofrece al lector en su envoltura rítmica y sentimental (hay mucho sentimiento, mucha estética del recuerdo, mucha memoria íntima en El patio amarillo)