Magreb se debe en gran parte a la población judía, verdadera mediadora entre estos dos conjuntos religiosos, culturales y políticos. Los judíos tuvieron que vivir en un ambiente fronterizo y adoptaron estrategias que dejaron una profunda huella en el judaísmo moderno. En este libro se habla de judíos y también de conversos al cristianismo o de criptojudíos. Los contactos de los judíos magrebíes con las comunidades peninsulares son constantes y la existencia de conversos, de «cristianos nuevos», es uno de los problemas más importantes de los primeros siglos de la Edad Moderna española.