La novela picaresca recupera con esta obra la esencia que la hizo triunfar tras la aparición de El lazarillo de Tormes. Julo Longobardo utiliza de forma magistral todos los rasgos distintivos del género narrativo por excelencia en la literatura española: realismo, una protagonista de humilde extracción social que relata, en primera persona, “las horas y los díasö de su existencia, a través de una larga misiva a un desconocido, o desconocida, “vuestra mercedö. Una crítica tan justa como exacerbada dirigida al llamado Tribunal del Santo Oficio. Un fidelísimo tratado de la España de aquel “Siglo de Oro y de llorosö, inmerso en una manifiesta decadencia durante los reinados de Felipe IV y su desgraciado hijo Carlos II “el Hechizadoö. Y sobre todo, la novela nos introduce en la intrahistoria de nuestros pueblos, dándonos a conocer el marco histórico y socio-cultural en que vivían sus gentes.
