Un mundo no precisamente complaciente ni afable vuelve a impactarnos en el tríptico que compone Fotografías de un hombre triste, de título suficientemente significativo. Existe el mismo cóctel explosivo de sexo desatado y alta cultura. La confrontación de un discurso de alto nivel cultural y un discurso sexual sin pelos en la lengua. Pocas veces se ha nombrado y exhibido con mayor claridad y sin precauciones el combate por el poder entre sexo y cultura (¿pero no son lo mismo?) La obra que abre el volumen, Hastío, es un thriller que evoluciona por diferentes derroteros. El nudo, la segunda pieza, podría considerarse en cierto sentido literatura de campus. Elena, que cierra el volumen, es una propuesta con base metateatral. El teatro de Iván Cerdán bebe de variadas fuentes teatrales y literarias, pero nunca abdica de su sello personal. Pone en pie personajes y situaciones creíbles y construye diálogos en los que muchas veces el coloquialismo revela toda su pujanza.