Durante los años noventa del siglo XX gran parte de los denominados "nietos de la guerra" alcanzaron su "mayoría de edad social". Muchos pertenecían a una generación mucho menos marcada por las consecuencias traumáticas de la guerra civil y menos comprensiva con el mantenimiento de las políticas de fomento de la "memoria", aunque ambos elementos fueron determinantes para que se implicaran más activamente en la búsqueda de la trayectoria vital de sus ancestros.