Eduardo Martínez de Pisón, entusiasta verniano, se declara un verdadero tintinófilo en este nuevo e iluminador ensayo. Más allá del placer que nos proporcionan como obra artística, los viajes y los paisajes de Tintín conforman una «imago mundi» que en cada dibujo atesora una geografía, real o inventada, en lugares ubicables en un mapa más o menos identificable.