El poemario Haikus del olivar ofrece la visión de un paisaje singular en un año, mientras transcurren las distintas estaciones. Entronca el método con los haikus japoneses clásicos, aunque en esta ocasión se transmutan el arrozal y los cerezos en un bosque geométrico de olivos. La edición aparece a la vez en tres idiomas que comparten espacio: castellano, inglés y japonés. Se pretende así ofrecer la posibilidad de que un poema alcance múltiples visiones no sólo en el contenido sino en la forma. Se permite así la comparación, el disfrute de la palabra que fluctúa entre significado y significante para expresar una realidad con el filtro moderado y, a la vez, amplificado del género. Si trasladáramos la idea a la música sería algo parecido a la mezcolanza de los cantes de ida y vuelta.
