Felisberto Hernández corresponde a esa anómala especie espiritual que Rubén Darío llamó "raros" y Julio Cortázar cronopios. Nació en Montevideo en 1902 y murió en la misma ciudad en 1964. Sus lecturas recurrentes fueron Bergson, Proust y Kafka. De los dos primeros adoptó el tema de la memoria como detonante de toda su búsqueda literaria, en gran parte vinculada a sus recuerdos de infancia y primera juventud y a la nostálgica remembranza de ciertos barrios y personajes de Montevideo. En sus relatos siempre están presentes la música, el agua, la infancia. Pero éste es sólo el punto de partida. Lo que desata la fantasía de Felisberto Hernández son las inesperadas invitaciones que abren al tímido pianista las puertas de misteriosas casas, de quintas solitarias donde moran personajes ricos y excéntricos, mujeres llenas de secretos y neurosis.