Resulta imposible resumir la trama picaresca y siempre sorprendente de esta obra, ambientada en Nueva Orleans y sus bajos fondos. Su figura central es uno de los personajes más memorables de la literatura norteamericana: Ignatius Reilly -una mezcla de Oliver Hardy delirante, Don Quijote adiposo y Tomás de Aquino perverso, reunidos en una persona-, que vive a los 30 años con su estrafalaria madre, ocupado en escribir una extensa y demoledora denuncia contra nuestro siglo, tan carente de «teología y geometría» como de «decencia y buen gusto»; un alegato desquiciado contra una sociedad desquiciada.