Analiza el lento proceso de ceguera y entrega de los intelectuales de las «democracias populares» a las normas de conducta, pensamiento y creación impuestas por el marxismo-leninismo. Pocos son los que, como Milosz, están en grado de restablecer el debate entre el deseo de comprender las «necesidades históricas» y la tentación de definir el malestar producido por la sumisión.