Gracias a las innumerables pruebas sobre la capacidad del recién nacido y a los increibles avances realizados sobre el cerebro, la mente y la conciencia, podemos ahora valorar los recuerdos natales con más sensibilidad. Lo que aprendamos de ellos puede cambiar nuestra forma de vivir, de abordar la maternidad/paternidad, la concepción, la gestación y el parto, y de educarnos unos a otros. Algunos recuerdos natales perturban las preciadas creencias científicas y las expectativas de los padres. Pero a quienes escuchamos atentamente nos enseñan muchas cosas sobre el cerebro y la mente, sobre las terribles consecuencias de los traumas natales y, quizás, lo más importante de todo, sobre la nueva dimensión de la conciencia humana.