Más allá de la necesidad de tecnología, de medicina, de ciencia, de economía, deberíamos preguntarnos qué es lo que necesita un niño o qué necesita un anciano, qué necesita cualquier ser humano en los momentos cruciales de su vida. La vida no tiene solo una verdad racional o científica, tiene también una verdad poética: el ser humano no solo necesita medios sino que también tiene necesidad de ternura, de una mano amiga; quizás una visión fantástica o romántica, algo que le permita trascender la mera acumulación de experiencias sensibles, para hacer volar unas alas que –aun pareciendo imaginarias- forman parte de nuestra realidad, que no es solo racional sino también poética.