Los tres elementos que elige el autor para titular su obra son en su esencia perfectos para definir Sevilla: la sencillez del ladrillo, la belleza del azulejo y el aroma del azahar que tiene esa capacidad embriagadora que Sevilla posee para enamorar.
Este ilustre tinerfeño es también y al mismo tiempo un "militar ilustrado" no sólo por sus muchos conocimientos, propios de un oficial de Artillería, de sus diplomas de Estado Mayor en España y Francia o por sus Licenciatura en Filosofía y Letras, Geografía e Historia, sino porque va por la vida fijándose en los paisajes y en las personas.
El título de cada uno de sus capítulos están tan cuidadosamente elegido que todos y cada uno de ellos resultan ser un desafío a la curiosidad, que queda saciada con su lectura, para inicar ilusionadamente la lectura del siguiente. De esta manera, paso a paso que no golpe a golpe, se llega al final de la obra que en un alarde de síntesis se describe el Edificio de Capitanía General, sabiendo diferenciar a la perfección lo esencial de lo que es accesorio o complementario.
Un feliz paseo por el acontecer y las imágenes de la ciudad de Sevilla.