La clave del viaje en el que Armada se reencuentra con su pasado radica tanto en su duración como «en la importancia del tiempo invertido en alejarse de un lugar y acercase a un punto de destino en el que reflexionas mientras avanzas y tomas conciencia de la distancia. Pero también está lo que sospechas y lo que sabes, lo que crees que eres y lo que en realidad es, entre lo que deseas y lo que te atreves a hacer para alcanzarlo», tal y como recoge el libro.
Diario de una travesía, más allá de la experiencia de dos compañeros de viaje a bordo de un carguero, es el relato de una frustación, la de un hijo que nunca podrá recuperar el tiempo perdido con su padre, cuyos encontronazos ideológicos fueron una constante que marcaron su vida y que pronto se traducirían en un largo distanciamiento de la costa y de los escenarios donde transcurrió su infancia.