MI HIJO NO QUIERE IR A LA ESCUELA ¡Y TIENE RAZÓN!

MI HIJO NO QUIERE IR A LA ESCUELA ¡Y TIENE RAZÓN!

-5%
14,00 €
13,30 €
IVA incluido
Disponible
Editorial:
OB STARE
Materia
Familia y salud
ISBN:
978-84-948458-9-5
Páginas:
240
Encuadernación:
Rústica
Dimensiones:
150x210 mm
-5%
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Este libro no aporta soluciones ni recetas ni respuestas; tampoco tiene la verdad. Más bien compartimos una profunda reflexión sobre lo desfasada y arcaica que ha quedado la escuela tal como la conocemos hoy. Es urgente que modifiquemos estructuras obsoletas e inventemos sistemas en consonancia con las vidas que queremos para nuestros hijos. Deseamos que la escuela se pueda enfocar al fin en contribuir al desarrollo de un individuo sano y no solamente de un individuo productivo o “exitoso”.

Los niños son quienes sufren cada día, y los padres sabemos cómo acallarlos. La violencia y la falta de respeto hacia nuestra realidad infantil se han convertido en algo banal. Gracias a que los niños patalean cada vez más, ya no podemos hacernos los distraídos, y es que la no adaptación a un sistema enfermo es una muestra de lucidez y salud de la infancia.

Queremos brindar una bocanada de aire puro, ideas y conceptos innovadores, además de la autonomía suficiente para no quedar atrapados en nuestros propios juicios. Esperamos abrir las puertas de unos cuantos corazones para que cada adulto decida acompañar la fuerza intrínseca y la belleza de cada niño, conectado con su propia naturaleza.

No te aseguramos que tras la lectura de este libro tu vida familiar o profesional tenga más claridad. Es muy posible que este libro te acompañe al mismísimo vacío. Pero el incómodo vacío es uno de los mejores estados previos al nacimiento de algo nuevo. Si andamos por la vida tan llenos, no dejamos espacio para eso que nos está esperando en algún lugar, especialmente en nuestro corazón.

Ojalá que este libro te sirva para escuchar más silenciosamente tu corazón, y también para escuchar el corazón de los niños que te acompañan por la vida y, así, poder mirarnos todos con más amabilidad. Ojalá nuestra cultura transforme su mirada y confíe en el buen juicio y en los instintos de los niños y de las niñas. Solo así tendremos una oportunidad para redirigir a nuestra perdida sociedad.

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