La existencia en Alandalus de unos textos poéticos dialectales, de los siglos XI y XII principalmente, sobre todo la de algunos en romance -muy minoritarios respecto a los rabes-, ha tenido consecuencias exorbitadas para los estudios de las literaturas hisp?nicas y árabe. Estos textos recibieron el ya caprichoso nombre de jarchas.
Aunque había datos objetivos para considerarlos parte de la cultura islámica de Alandalus -que contaba con los dialectos hablados: el árabe andalusí, dominante, y el romance meridional, dominado y a punto de extinguirse-, el descubrimiento en 1948 y 1952 de un cierto número de estos textos producjo entre los arabistas españoles una revitalización de las tesis de ribera. Se consideraba en ellas que dichos textos eran pervivencia en Alandalús de una lírica nativa inspiradora y precedesora de la practicada en árabe por los andalusíes.
Esta hipótesis, defendida ardorosamente por García Gómez y arropada por una abundantísima producción de estudios, ganó terreno incluso fuera de España, y no empezó a ser seriamente contrastada hasta los años 70. El prestigio de los nombres comprometidos con la tesis hispánica, la misma complejidad de la dialectología andalusí y el hecho de que la publicación del facsímil de estos textos no se produjera hasta 1988, han dificultado el reconocimiento objetivo de la realidad lingüístico-literaria que los arropa.
El libro de Federico Corriente proporciona por primera vez al lector imparcial una visión rigurosa que libera de mitos y ambigüedades este complicado aspecto de nuestro pasado, devolviendo a los andalusíes y a Alandalus una parte de la cultura que floreció en nuestro suelo, suyo tambien durante siglos.