Por una educación republicana habla de una educación de altas pretensiones morales, forjada en el constructivismo dominante, pero que no proporciona los niveles de calidad requeridos. Frente a las apelaciones genéricas a la espontaneidad y a la construcción autónoma de la personalidad, Luri aboga por las virtudes republicanas del modelo educativo (pluralismo, trabajo en equipo, argumentación, etc?), por reivindicar la virtud y por reforzar los lazos de copertenencia entre los actores del sistema. En definitiva, por defender en la escuela una ética del deber antes que una ética de la curación.