Con voluntad, el fuego se transforma en agua dulce;
y sin voluntad, incluso el agua se convierte en fuego. [Masnavi I, 1336]
Los versos de Rumi son una canción de experiencia interna que inunda nuestro corazón y nuestra mente, un éxtasis de sabiduría que se transmuta en palabras, sonidos e imágenes.
El poeta sufi Mevlana Rumi se ha convertido en una de las voces más conocidas de la espiritualidad y la literatura. Su poesía, escrita en el siglo XIII, se lee hoy en mezquitas, cafés y aulas universitarias porque responde a las eternas preocupaciones humanas, incluyendo la relación entre el amor humano y el divino.
Las palabras de Rumi encierran el enorme saber de un místico dedicado a la comprensión de la vida y de la naturaleza humana; sus versos no persiguen la belleza sino la transmisión de un mensaje que él halló dentro de su corazón y que obsequia con amor al nuestro.
Rumi nos despierta al hecho de que, no sólo Dios es el Amado del ser humano -lo que en sí es una noción bastante radical de nuestra cultura judeo-cristiana- sino que nos muestra algo más profundo y escandalizante, que el ser humano es el amado, la amada, de Dios.