Cuando Jack Flowers, Alias Jack Fiori, se dejó caer por Singapur, no tardó en aprenderlo todo acerca de puertos y gentes que viven en los confines del mundo, como en aquella península al sur de Indochina y en aquellos buenos tiempos en que sus burdeles, casas de masaje y espectáculos eran el centro de diversión de toda Asia. A veces marinero, otras abastecedor de barcos, otras simplemente golfo y otras aún alcahuete, honesto y generoso, Jack podía ofrecer “cualquier cosaö a los turistas y jactarse de no defraudarlos jamás. Mientras otros náufragos de la vida como él empiezan a temer una muerte sórdida en aquella tórrida isla tropical, Jack sigue esperando la realización del “perfecto sueño mágico´ö y, para ello, convierte la fantasía en realidad cotidiana, lejos de aquel puerto roñoso..