Publicar un libro de poesía siempre entraña un riesgo. La poesía se hace para uno mismo y al acercarla a los demás siempre se corre el peligro de no ser entendidos o ser malinterpretados. Por otro lado, el concepto, la idea que tenemos cada uno de nuestra realidad es distinta y, consecuentemente, la percepción que cada uno tenemos de la belleza y de las pasiones que nos mueven ha de ser por fuerza distintas. No busco con esta pequeña aclaración sino pedir un poco de comprensión al lector para que no juzgue con demasiada dureza estos versos que no buscan hacerse ningún hueco en el Parnaso de los elegidos. Muy al contrario, están escritos con la única intención de hacer tiempo y probar mi pericia intentando ajustar mi pensamiento a las musicales rigideces de la métrica. Como tal, están escritos en momentos de ocio y de pena, pues la melancolía es la madre de la poesía. Todos los poemas aquí incluidos fueron compuestos entre los dieciséis y los 19 años. Son por tanto productos de una época y unas ideas que no se si volverán a pasarme por la cabeza, pero que recuerdo a veces con añoranza y de las que jamás me he arrepentido. Desde entonces he dejado de escribir poesía. A veces he deseado volver. Pero la vida me ha llevado por otros derroteros y la poesía escrita ya no me atrae tanto como antes. ¿Por qué? La poesía es algo que no se crea ni se destruye. El poeta, el pintor, el músico solo la capta, la muestra. La poesía lleva en nuestro mundo tanto como el hombre. El poeta, el verdadero poeta solo le da forma material. Para mí son los antiguos griegos, como en otras muchas cosas, los que nos han legado la más exacta definición de la poesía y del poeta. Este oye la voz de los dioses y la transcribe para que nosotros la podamos entender. Lo demás, estilos, escuelas, solo son distintas maneras de enfrentarse a esa realidad. ¿A qué viene toda esta parrafada?, me preguntaréis. Yo no aspiro a ser esta figura que proclamo. Yo no creo que tenga este don. Pero sé que este don existe. Y aunque pocos son los que pueden llegar a traducir lo que nos dicen los dioses, todos podemos sentir en la lejanía, medio apagados por los avatares de la mediocridad que nos rodea, sus susurros. Este libro versa sobre temas que todos hemos conocido alguna vez: la soledad, el amor, la belleza Mi principal preocupación a la hora de escribir fue la adaptación de forma y contenido, dando una especial importancia a la métrica y su musicalidad. La métrica no está muerta, por mucho que algunos la hayan enterrado muchas veces. Mi opinión en ese aspecto es que hay que experimentar sin olvidar el pasado. Y más vale un poema bueno ha uno nuevo y malo. Al leer estas poesías encontraréis fácilmente influencias de otros autores, son aquellos que más me han impresionado y los que han forjado mis ideas. En mi modesta opinión toda la poesía está encerrada en esa epopeya llamada la Ilíada. Homero inventó la poesía. Después mis preferencias se sitúan en dos épocas fundamentales: la edad de oro española: Garcilaso, Quevedo y, sobre todo Lope; y la Generación del 27, especialmente Dámaso Alonso, y Alberti. Y me sería imposible de acabar está enumeración sin recordar a otro de los más grandes después de Homero: Goethe uno de los seres humanos más valiosos de todos los tiempos. Otros nombres que quizás identificaréis en estos versos son Espronceda, Zorrilla, Lord Byron o Victor Hugo. Para finalizar quiero agradecer a todos los que han colaborado de alguna manera en la publicación de este libro y pedir una vez mas a los lectores benevolencia a la hora de juzgarlo. Ojalá sea de vuestro agrado!
