Una niña pequeña comienza a viajar cada verano a Tánger queriendo buscar una identidad o quizás cotejar el espejo de sus emociones con su Ser. En este poemario Rosa Amor hace una semblanza de la gran montaña construida a base de nostalgia y de unos recuerdos que nunca volverán pero vendrán otros a sustituir aquellas verdades, aquellas existencias. Misterio, voluntad, ley, color, sabor, olor. Todo es evocación y memoria en un ideario de sensaciones muy contrario al rigor unamuniano de otros versos de la autora.