Moscú, 1954, un año después de la muerte de Stalin. Mientras espera la llegada de su primo Iván, que regresa tras treinta años en prisiones y campos de trabajo, Nikolai siente remordimientos porque ni una vez en todo este tiempo ha escrito a su primo ni ha contestado a sus cartas, pero ¿qué otra cosa podía hacer? En esta última novela, su testamento político y literario, Grossman disecciona la naturaleza del régimen estalinista, y de cualquier totalitarismo por extensión, en todos sus aspectos y en todas sus terribles consecuencias. Todo fluye es una obra conmovedora y valiente sobre un momento despiadado, un retrato de la condición humana en toda su grandeza y su miseria. Grossman sintió que no podía dejar de escribirla aunque nunca viera la luz porque era necesario que alguien contara la verdad.