Quien menos al tanto está de nuestro tiempo es aquél que no ha sentido, dentro de sí, la experiencia del poder de la nada; que no ha cedido a la tentación. El propio pecho, dice el poeta, ése es Tebas, del centro de los mundos, de los desiertos, de las viejas ruinas. Aquí, cada persona, sea cual sea su rango y condición, está en lucha, inmediata y soberana. Su victoria cambia el mundo. Si resulta más fuerte, la nada refluirá hacia sí misma; sobre la línea de la playa verá las riquezas que estaban sumergidas.