Cuando a partir de 1982 la Junta de Andalucía fue asumiendo paulatinamente las competencias educativas, una ola de optimistas expectativas sacudió a una gran parte de la ciudadanía andaluza, y singularmente al profesorado. Se pusieron en marcha una serie de experiencias innovadoras en las aulas, en muchos casos estériles y en otros perversas. Fruto de las realizadas en toda España resultó ser la política educativa socialista llevada a cabo a través de la LODE y la LOGSE. Desde ese momento, el autor de este libro, prácticamente en solitario, denunció en sucesivos artículos publicados a lo largo de veinte años en las ediciones andaluzas de Diario 16 y El Mundo las graves deficiencias que acechaban a la educación en general y singularmente en la enseñanza pública. En uno de esos textos esta última fue calificada de "escuela de beneficencia", es decir, de mera asistencia social carente de funciones culturales y sociales de largo alcance.