Aquí, los párrafos iniciales del primer libro de Antoine de Saint-Exupéry, aviador y escritor de un lirismo tan aguado como su valor: Vuelo nocturno, escrito en Buenos Aires, desde su casa, en los altos de la Galería Güemes. “Las colinas, bajo el avión, profundizaban ya su estela de sombra en el oro de la tarde. Las llanuras se volvían luminosas pero con una luz inalterable: en ese país las llanuras no cesan de ofrecer su oro al igual que no cesan de ofrecer su nieve después del invierno… A veces, después de cien kilómetros de estemas más deshabitadas que el mar, cruzaba una granja perdida, y que parecía arrastrar; hacia atrás; en una marejada de praderas, su carga de vidas humanas, saludaba entonces con las alas a ese navíoö.
