La inmensa mayoría de los españoles que hoy son adultos contemplan asombrados las nuevas claves de la educación escolar, muy distinta de los tiempos de la coloquialmente llamada EGB. Tiempos escolares aquellos, en que los calificados como colegios de curas compartían señas de identidad comunes: potenciación de lo memorístico, con el añadido de deberes y exámenes a discreción, inmersión religiosa que apretaba sin ahogar, disciplina para indomables, profesorado frecuentemente más respetado que respetable y adornado de motes imaginativos. Compañeros de pupitre, para lo bueno y para lo malo, sexualidad aflorando en el desierto, entusiasmo por el recreo y las excursiones, diversión sin artilugios tecnológicos pero con mucha imaginación, deporte sano y competiciones espartanas, etcétera. El autor, jurista y responsable de uno de los blogs jurídicos más influyentes del mundo del derecho, nos ofrece sus vivencias de alumno escolapio como un viaje al pasado entrañable porque la memoria es generosa y se queda con bellos fogonazos de las emociones, sentimientos y anécdotas que marcaron toda una generación.
