LA SOLEDAD DE ANQUETIL

LA SOLEDAD DE ANQUETIL

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14,90 €
14,16 €
IVA incluido
Disponible
Editorial:
CONTRA EDICIONES
Año de edición:
Materia
Deportes
ISBN:
978-84-946833-3-6
Páginas:
128
Encuadernación:
Rústica
Dimensiones:
140x210 mm
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Jacques Anquetil (Mont-Saint-Aignan, 1934 - Ruán, 1987) fue uno de los grandes ciclistas de todos los tiempos. No solo por su fulgurante palmarés -cinco Tours, dos Giros y una Vuelta, y un buen número de clásicas y otras carreras por etapas-, sino porque su estilo independiente y aguerrido preconiza el ciclismo moderno. Están, además, su endogámica y tórrida vida sentimental, y sus polémicas declaraciones a la prensa, como cuando afirmaba sin ambages que se dopaba (´hay que ser un imbécil o un hipócrita para imaginarse que un ciclista profesional que corre doscientos treinta y cinco días al año puede aguantar sin estimulantes´), que le confirieron un aura de fascinación, ignominia y misterio a partes iguales. Si en la Francia de principios de los sesenta el país entero se dividía entre los seguidores de Raymond Poulidor -el eterno segundón- y los de Anquetil -el enfant terrible, el dandi-, Paul Fournel lo tenía claro. El escritor de Saint-Étienne, actual presidente del OuLiPo, el Taller de Literatura Potencial en cuyo seno han militado autores de la talla de Raymond Queneau, Georges Perec o Italo Calvino, fue de muy joven un acérrimo fan del Caravelle y aspiraba a seguir la estela del campeón montado en su flamante bicicleta verde. ´La soledad de Anquetil´, su personalísimo retrato del ciclista, escrito desde la madurez pero que evoca aquellos años de fascinación infantil, supone un ejercicio de suplantación e imaginación portentoso, a la vez que un intento por desvelar las claves de su misterio como ciclista y como persona. Este ensayo, que obtuvo el Premio Jules Rimet y el Premio Lire al Mejor Libro Deportivo del Año, es una bellísima y lírica aproximación a uno de los grandes genios del ciclismo y al misterio que lo rodeó, que aún hoy persiste, muchos años después de su temprana muerte a los cincuenta y tres años.

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