Todo estaba a punto de cambiar entonces, pero nadie parecía querer saberlo. Antonio, en estas páginas, llora a su amigo Máximo, que acaba de morir, y en la noche que pasa en vela, escribe, febril e insomne -como en una elegía- los recuerdos de todo lo que vivieron juntos. No se trata, en rigor de una novela histórica al uso, aunque reconstruya minuciosamente una época muy desconocida y nos trasmita -casi antropológicamente- el latido de sus gentes, sino más bien de un libro sobre nuestro presente incierto.