´En este texto, la autora, Angélica Sátiro, nos invita a participar en el juego que ella realiza con Nietzsche. La mujer que dialoga con el filósofo, la propia Angélica, penetrada por su pensamiento, se acerca a él para deshojar su corona, para golpear los pies del ídolo en que se ha convertido, pues solo cuando se pierde al maestro, como dice Zaratustra, nos podemos encontrar a nosotros mismos. El texto nos introduce en un espacio escénico donde se desarrolla una acción, en la que los asistentes no podemos dejar de participar activamente. La mujer intenta poner a Nietzsche ante el espejo de Apolo, para que él mismo vaya descubriendo, o barruntando, un cierto hilo conductor en sus inspiraciones y devaneos; pero son los fogonazos de luz que salen de la boca de Nietzsche los que proporcionan a la mujer el material para seguir pensando sobre el arte, la creatividad y la vida.´ Del Prólogo de Tomás Miranda Alonso.