El síndrome andaluz -relato de un viaje a Jerez de la Frontera y al fondo de su memoria andalusí- es un magnífico ejemplo de escritura y de vitalidad, un autorretrato ensamblado en un marco cuasi proustiano. En ese conjunto de síntomas bien definidos, aparece lo esencial de la ya larga trayectoria de Laâbi, del poeta y del ser humano, preocupados ambos por celebrar la vida, a pesar de todos los pesares, ocupados ambos en festejar la amistad sin dobleces y la alegría gastronómica en su reencuentro con las "tapas", los Laâbi, el hombre y el escritor, dedicados ambos a buscar las raíces de su ser, el diálogo mudo al cruzarse con rostros similares, las callejuelas de Córdoba, el narajo en flor...
Este texto autobiográfico es una gota de esencia del perfume poético y existencial de Laâbi, la quintaesencia en prosa de lo que ha ido macerando en los cuarenta libros que jalonan su recorrido de escritor. Esta perla del viajero que visita lo que conoce sin haberlo visto, me parece un cuadro impresionista, hecho de pinceladas precisas que conforman una antología coherente con todo lo que son sus cimientos vitales. [Antonio Álvares de la Rosa]
